PROLOGO
los cerros o jircas, a las aguas
y
animales, con la
mi ma
fe
y devoción que al santo patrón del pueblo.
No tiene cou la actual nacionalidad ui el vinculo del
sentimiento religioso, como no tiene ni el de la
lengua ni el de las costumbres, ni el de la solidaridad
social, o la comunidad de intereses. Los métodos em–
pleados desde la conquista por los factores de la evo–
lución soc.:ial y contiuuados, con ligeras modificacio–
nes, duraute la repúblicii
1
han hecho irrealizable has–
ta hoy la fusión nacional izad ora. El aborigen se sien–
te obligado a aislarse dentro de su medio físico y
moral, porque el contacto con elementos de otro or–
den no le ha significado ni gaDtnLia, ui libertad de
acción, ni progreso efectivo. Eu nuestra condición _
de delegado de la Pro-indígena hemos manifestado
repetidas veces, después de visitár varios pueblos,
que este poligenismo, agravado a diario por el capi–
tal quA expolia
y
la autoridad que exacciona
y
en–
vilece, mantiene planteada, en forma insoluble
1
la
lucha de razas
y
la desintegración nacional, peligros
muy serios, que el patriotismo
acons~ja
conjurar pre–
ferentemente.
El f,aso de
Julio
Zimens, cuyo nombre era otro,
está imipirado en un episodio de la vid&. de un colo–
no tirolés, del Pozuzo, que se suic.:idó arrojánd ose al
río Huallaga, después de soportar por varios años
los estragos paulatinos de una repnguante enf"erme–
dad. Nosotros conocimos a Zimens, joven, gallardo,
recientemente casado con una simpática india de Pa–
nao, que entendía el amor ónicamente por el lado
del instinto, no por el del amor que se piensa y se
siente, que se exterioriza en la palabra t.ierna, en el
abrazo seductor, en el cuidado solicito, en la compe–
netración de ideales y afectos; el amor que es de-