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M. TORmio·

MEJ{A.

'XESSPE

7

en toda su·

vid~,

apenas se lavan las manos y la cara. Por último,

la casa sirve únicamente para el descanso nocturno y para guar–

dar sus insignificantes enseres.

LA VIDA EN EL CAMPO

La vida'en el campo es también monótona, salvo uno que•

atto trabajo que denlanda colaboración gregaria; entonces se

hace amena

'y

distraídá.

Todos los días después del almuerzo se dirijen al campo en

compañía de sus esposas e hijos. Cada uno tiene una labor seña–

lada, así por ejemplo: el hombre vá labrando la tierra, la mujer

viendo ·y cuidando los animales, los' hijos recogiendo combusti–

bles o ayudando a los padres y en especial están destinados al

cuidado del rebaño. Por las tardes se reunen en un lugar desig–

nado y Jleganjuntos a la casa donde la madreprepara una comi–

da mísera y después, Jlegada la noche, se entregan al sueño hasta

las 4 o 5 de la mañana. Así en esta forma se repite la vida del

indio sin sufrir cambio.alguno. No hay día en que se halle fuera

de su trabajo agreste. Hay caminos por donde, a una hora seña–

lada, tienen que pasar todosencompañía de toda la familia. Así,

en las primeras horas de la mañana, se vé una hilera de indios se–

guidos de sus perros y de sus carneritos llamados

chitas,

que son

domesticados en tal forma que jamás se despegan de sus dueños,

en número que

lle~a

a veces hasta diez, pero generalmente son de

uno a cinco. Durante la caravana van cantando unos y tocando

sus quenas otros. Entre las mujeres se acostumbra el

cuento

que

consiste en comunicarse unas a otras de todas las cosas que pa–

san en el pueblo, ya sea ensalzando o censurando las acciones de

los demás habitantes; es en esta forma que llegan a saber casi in–

mediatamente todos-los sucesos que hayan ocurrido, pues el con–

tarse unos a otros resulta como llegar a saber por medio de los

diarios.

No hay cosa, por más insignificante que sea, que no se

sepa. Es curioso ver un grupo de estas mujeres hablando entre

ellas de las cosas más nimias; así también los hombres se ocu–

pan en igual forma. Para el descanso, a lo largo del camino, hay

unos sitios apropiados con asientos, hechos indudablemente si,

glos atrás, donde todos tienen que descansar forzosamente por

un cuarto de hora o más. Al regreso hacen lo mismo; como ya

saben la hora en que deben regresar, a veces unos esperan o otros