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'DE LAS SALl1'lAS.

29

lantado

é

de. su venida; si era fingido ó

no ~

Dios lo sabe, que

conoce los corazones

é

in~encíones

de los hombres. Y en estos

tiempos pasaban machas palabras, que por no saber yo cier–

tamente con el celo que eran dichas, ansí en el r al de Al–

!1Jágro como en la ciudad del Cuzco, no las pongo, porque

queriéndo tomar las informaciones verdaderas dellas, veo que

está!! muy tocados de la panicular pasion; é por e o yo, to–

mando lo que me conviene é supiere ciertamen te que pasó

así, dejaré lo otro, pues Jo demas sería cosa rediculosa decirlo.

Vuelto Hernando Pizarrn

á

la ciudad-dél Cuzco, dió licen–

cia para q·ue. llevasen al real

d~I

Adelantado D. Diego de Al–

magro refrescos

é

mantenimientos ; para él

y

para los que

con él

~enian,

é así lo pusieron por obra muchos,

y

enviaban

indios cargados de mucho pan é carneé otras cosas de las que

ellos tenian, é al gunos escribían

á

Almagro ofreciendo sus

personas

é

haciendas

á

su se1·vicio; parte de ellos les movía el

pensar que el gobierno de la ciudad babia de ser suyo, é que–

rían ganarle la voluntad , otros, por estar mal con Ilernando

Pizarro, deseaban que entrase en ella: como estoviese, pues,

el real tan cerca de la ciudad, e1:an los de Chile bien proveidos

de los vecinos della. Los mensajerns vo1viernn adonde estaba

el Adelantado, babi aron delante de él é de los dema capi–

tanes é caball eros lo que babian pasado con Hernando Pi–

zarrn,

é

lo que respondía á lo que de su parte le fuernn

á

decir; é no fiándose Almagrn de las palabras de Ilernando

Pizarro, mandó llamar ante si

á

Cristóbal de Sotelo para que

fuese con veinte españoles adonde estaba el capitan Juan de

Sayavedra,

á

le avisar que tuviese gran cuidado en el real,

pues conocia

á

Hernando Pizarro ser hombre doblado

é

que

por cumplir su voluntad no ternía miramiento

á

ninguna cosa.

En la ciudad quisiernn decir se tu vo aviso cómo Sotelo babia

de ir adonde estaba el capitan Juan de Sayavedra con la gente

de Chile,

é

que se mandó poner cierta gente para que yendo

descuidados él

y

los que con él iban los prendiesen;

é

al

tiempo que se habia de partir Sotelo para ir adonde le habían

mandado , allegó al real un vecino del Cuzco, que secreta-