COSAS DE ANTAÑO
ha hitación semejan te á un nido Je amores, encajado
am
entre
ruinosos edificios habitados por gente 'pobre.
El
caballero quitóse la capa que colocó sobre una
~illa;
puso sobre
e:.
1
a el sombrero
de casrnr,
desciñóse
l<t
espada qu e
dejó sobre la mesa, y acercando
á
ésta un sillón de baqutta
la–
brada, sent7se, como quien se dispone
á
esperar, dejand caer
los brazos sobre los del asie1qto.
Sus azules ojos quedaron fijos m1rando el cielo raz
)
que o–
cultaba las miserias del techo, y, como presa de ' angu stia mor–
tal, sus facciones se contraían a1 unisono, sin c1uch1, que los
pensamientos tomaban forma, brotaban y disipaban en su ce–
rebro.
De ese estado de ánimo lo arrancó un ligero golpe dad en
la puerta.
'Levantase, saltó, abrió y una mujer vestida con 1ega ncia
penetró arrojando rápidamente
el
manto que llevaba.
El
acercó una silla
á
la que ocupaba momento
a nh: ,
la
ofreció
á
la recien venida y sentados ambos
le
tomó
la
mano,
impr1mio en ella
sus
labios y como anegándose
en
los encan
tos
de
esa mujer. la dijo:
-¡Sabes Inés que estoy triste!
Y ,
d
fl' .
?
-¿ .
que pue e a
1girte.......... ..
-Nada...... es decir, algo que me apena.
-Pues quiero Stberlo.
-Es que ello es doloroso para mí
y
tambie11 pa ra
tí.
-¡Habla!
-Pues bien: mi matrimonio con ]a hij a del marqués de .. ....
está ya concertado por mi padre.
,
- -Pero tú, naturalmente, habrás resistido
á
esa un,ión y no ·
te casarás.
-No he resistido
y
por. el contrario me casaré el día seña–
lado ......
-Por el contrario ...... me rasaré, repitió doña Inés con e1
rostro encendido; y luego añadió: y si yo no quiero que te
ca–
ses......
.J
-A
pesar de eso lo haré, contestó don Antonio ,.
~ s iblemen
te emocionado.
-Será
muy
rica ......
-No lo creo,
y
ni aún he pensado en ello; pues siendo yo
hijo único, me corresponde, no solo el mayorazgo, sino todos