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sus
penleconteros,
o
naves de cincuenta remos. Habie11do aportado
:'.t
Tarteso, supieron ganarse toda la confianza y amistad del rey de
los Turtesios Argantho11io (
1),
el cual ochenta años habia que era
señor de Tarteso, y vivió bJsta la edad de ciento
y
veintr; y era
tanto lo que este príncipe los amaba, que cuando la primera vez
desampararon la Jonia, les convidó con sus dominios, inst:íudoles
para que escog·icse11 eu ellos la 11101·ada que m:is les acomodase.
l'ern vie11do que no les podia per.;uadir, y sabieudo de su boca el
a!lmento que cada dia tomaba el poder de los.Medos, tuvo la g·e–
nerosidad de darles dinero para
IJ
fortificacion de. su ciudad , y lo
l¡izo con tal a,bundancia, que siendo el circuito de las murallas de
n-0
pocos estadios' bastó para fabricaí·las todas de grandes y bien
)a~radas
piedras.
CLXIV. Asi tenian
los de Focea fortificada su ciud:.:d , cuando
m1·pago' haciendo avanza1· su €'jército' les puso sitio; si bien.antes
les hizo la propuesta de que se daria por satisfecho con tal de que
lo~
Focenses, demoliendo una sola de las obras de defensa que
tenia. la_
mura.Ha,reservasen para el rey una
babil~1cion.
Los sitia -
dos, que
00
podian llevar con paciencia la dominacion eslraugera,
pidieron un· solo oia para deliberar, con
la condicion de que en–
tretauto se retirasen las tr<?pas. Há1·pago les respondió, que sin
emba1·go
d~
qne conocía sus intcnGiones, consentía en dal'ies tiem–
po para que deJiberasen. Mient.r¡¡s las tl'Opas se m<lntuvieron sepa–
radas de las murallas, los Focenses, sin perder momento, apronta–
ron sus uaves
y
embarcaron en ellas
ú
sus hijos y mug·eres con
todos sus muebles y alhajas, como tambien las estatuas y <lemas
adornos, que tenian en sus templos, menos los que eran de bron–
ce ó de múrn10I,
ó
consisdan en pir1luras
(2).
Puesto
ú
bordo .toda
lo que nodian llevarse consigo' se hicieron
ú
la vela'
y
se traslada–
ron á Chio. Los Persas ocuparon desp'ues la ciudad desierta de ha–
bitantes.
CLXV.
No quisieron
los ,naturales de Chio vender :í
los F.o–
censes las islas llamad:is Emisas, recelosos de qile en mauos de
, (1)
Ciceroru le llama rey de Cádi7l. l'Je
Senect,
cap.
XIX.
. (2)
¿Qué clase de pinturas serian estas, que no se pod-ian embarcar? Se dill–
, culla 1nucho que las pinturas
al fresco
fup,sen ya
conocid~s
de los Griegos.