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t:ca
el padre en loi::l té rminos en que lo hizo Pa,scual II?
¿1:~0
scribió
ú
lo ouispos y
ú
los señores de Francia, Alemania,
Baviera, Suavia
y
Sajonia
y
al clero de Lieja en t érminos
ausurdos
y
anti-cristianos? "Perseguid, les dice, con todas
vuestras fuerzas
á
ese Enrique, jefe de herejes,
y
á
los que
lo defi ende n .. .. Es terminad
á
ese r ey infamo. Jamas po·
dreis ofrecer
¿
Dios sacrificio mas agra :1ablc, que la vida
de ese enemigo do Jesucristo, que quiere arrancar
á
los
Papas su poder supremo. Os mandamos, lo mismo que
á
vuestros vasallos, que lo hagais e ·pi rar en las torturas mas
crueles. Si ejercita i nue ·tro mandato os concederémos el
pcrdon de vuestro pecados,
y
obtcndrcis dcspues de vues·
tra muerto
la
Jcrusalcn celestial.'·'
r~)
El Pontífice que m.archa lJOr el sendero que le trazaron
Gregario
1
~
II, Victo r III y Urbano
li,
no podía dejar do
oprimir
á
los r eyes,
y
de destruir los derechos del Imperio,
ó
de sucumbir en la lucha. El jóven soberano
á
quien el
deseo de mandar hizo revelarse contra el padre, no pare·
cia
la
persona mas aparente para dejarse arrebatar lo que
creía corre ponderle como Sobe rano,
y
que
'US
antepasados
habían. conservauo por siglos.
I
i dejarían los que le rodea·
ban, que veían en el Obispo de Roma, un enemigo encarni·
'lado, dejar de sujeride la idea de que resistiese
á
ese ele·
ro , que predicando humildad ora el mas atroz déspota de
esa época, al mismo tiempo que el mas prostitu.ido.
(-Y-·
7 ")
La lucha pues empezií: y ni el Pontífice ni el Monarca
quisieron cede.r en. sus pretensiones.
Una conferencia fué acordada para arreglar los negocios
do las investiduras. Pascual II vino
á
Chalons en donde
se encontró con los enviados de Enrique V-los obispos
de TreYeris, de Halberstadt, de Munster, varios señores
alemanes,
y
entre ellos el duque de Guelfo. El A.rzobispo
("X·)
Epist.
7a..
Harduino. Col. Conc . Tcm . G,
pa~.
1771.
("H)
Ha blando del clero de ese tiempo, escribía Bernardo Mor–
laix: monge de Cluni:-Los t;iglos do oro pasa ron: las almas puras no
ex:i ' ten: vivimos en lus últimos tiempot;; el fraude la impureza,
la,·
rapiñas, los cismas, las quere lla·, las guerra·, las traicione , los in·
cestos y la muertes de.'olan
á
la Iglesia. Roma es la ciudad impura
üel Cazador Iembrodj la piedad y la rcli gion han abandonado
su~
muros, y el Pontífice,
ó
mas bien el rey de e ta odiosa Ba,bilonia pi ·a
el Evangelio y el Cristo y se hace a,dorar como un Dios.
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