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AÑO

CHRISTIANO.

precio de

aquella

m erte? Espira el. Salvador,

y

toda

la

tierra se estremece; rinde en la Cruz el ultimo aliento,

y

reconocenle sus enemigos por verdadero Hijo de Dios,

por Mesías verdadero. Muere en fin ; y los mismos que

no pudieron d:udar babia muerto, le vieron resucitado.

O

Sabiduría.

de

mi Dfos,

y

qué admirable eres! Si el Salva–

dor hubiera nacid0 ·entre la abundancia, entre

la

magni–

ficencia; qué maravilla sería que le cortejasen los Gran–

des de la tierra? Pero que naciendo entre la

obscuridad~

entre la pobreza, sea reconocido por Dueño del Universo,

y

que sea adorado por los Príncipes mas religio os, por

los mas sábios

del

mundo , qué prueba mas sensible , ni

mas ilustre de su Divinidad!

O

gran Dios!

y

qué poco caso hace del parecer de

los sentidos una fé viva, una fé ardiente!· Qué maravillas

no descubre en todos nuestros Misterios

!

Necesariamen–

te ha de ser muy débil, muy apagada nuéstra fé, quan–

do

nada nos hace fuerza, sino lo que entta por los ojos.

Pero ah

!

que nada debilita tanto la fé , como el desorden

de las costumbres

!

PUNTO SEGUNDO.

.

C

onsidera , que el

Ba~ti~mo

de

J

es~-

Christo

no f9e el

menor de sus abat1m1entos ,

y

aun puede Sf:'r que

fuese:uno de los mas sensibles. Es claro que solamente los

pecadores ten!an necesidad de

aquell~

purificacion ;

nin–

guno la practicaba que no

se

reconociese culpable,

y

que

no fuese reconocido por tal. Fuera de eso no parecía decen–

te que el Salvador del mundo,

el

Mesías

se

hiciese como

discípulo de San Juan Bautista. Sin embargo, ni

se

desde–

ña

de

mezclarse entre los pecaqores , ni rehusa oír los

Sermones de su Precursor ,

y

recibir de sus manos el Bau–

tismo. Qué accion mas abatida para el Salvador

?

Pero n–

tonces puntualmente fue quando

a

Jesu- Chdsto se Je de–

claró, se le conoció publicamente por lo

que

era. El Bau–

tista sin haberle visto antes., le confesó por su Salvador,

el Padre Eterno le publicó por su Hijo , el

E

píritu S

nto

baxó visiblemente sobre él en figura de paloma. Quizá

no logró jamás testimonio mas auténtico-, ni

mas

visible

de su divinidad.

Adoremos los abatimientos

de

nuestro

Divino

Salvador;

pe-