EXERC
ICIOS
Septiembre. elógio del mérito de aquel General, no se olvida–
ron de celebrar las bellas prendas de su muger
Ta~
ciana. Este discurso renov ó toda la ternura del dis–
frazado esposo;
y
representandosele entonces viva–
i:nente á la imaginacion la funesta aventura de su
amada muger,
y
de sus queridos hijos , le hicie·
ron traicion las lágr1.mas , que no pudo ocultar
á
Jos dos huéspedes. Notólas mas particularmente
uno de los dos ,
y
observandole cuidadosamente
mas de cerca, le pareció descubrir ciertas señales
que babia medio borrado su presente constitucion,
y
acercandose al oído de su compañero le dixo,
que aquel Labrador se parecía
á
Plácido. Repara–
ron en cierta cicatríz que tenia en el pescnezo,
y
luego s
acordaron de una herida que babia re–
cibido en la misma parte en una batalla. Esta señal
los hizo abrir los ojos para reconocer todas las
demá.s;
y
no dudando ya que Eustachio fúe:;e su
antiguo General , le echaron los brazos
a~
cue–
llo,
y
Je
obligaron
á
confesar que era el mismo Plá–
cido. Sin embago, se quiso resistir ; pero al cabo
le fue preciso ceder
á
sus instancias,
y
á las órde–
nes expresas del Emperador ; e<;pecialmente despues
que tuvo una revelacion, habiendo pasado en ora–
cion toda la noche, en que Dios le dió
á
entender-–
era su voluntad que hiciese todavía al Imperio
este servicio.
Llegando
á
Roma, füe recibido del Emperador
con
.~odas
las demostraciones de benevolencia que
eran
it.andebidas
á
su valor,
y.
restituyend.ole
t0'7
das las insignias de su prime1
1
a dignidad, le decla–
ró
por General del Exército. P.usose Eustacbio
á:
su
fren-