DEVOTOS.
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pre se
la
pinta con colores tristes
y
sombríos, sin Dia
VI.
olvidarse de que salga tarnbien de quando en quan-
do á
divertir
á Jos
circunstantes una bafonadi11a
aguda , fina
y
alegre. De esta manera · se
va
in–
sinuando el veneno , que desde
luego
introdu-
ce
eri
el corazon cierto
tédio
ó
cierto desprecio
de
la virtud , de manera que se tendría vergüen..
2a
en ·
aq.uel concurso de pasar por virt1.;oso,
pues
el nombre solo de devoto se reputaría por
zum-
ba ,
y
no · pocas veces por agravfo. Temería
une,
desacreditarse haciendose ridículo ,
si
en
tales
ocasiones se descuidase
en
s0ltar alguna máxima
cbristiana. ¿Y que efeélo produce este ay-re pe
ti-
lente
y
contagioSG
~
Un disgusto· casi nec.'es:a rio de
Ja
d
vocion,
y
una clelicadeza ('.'.asi
incurable.
Sále-
se
de
e tas conversaciones mundanas , de estas
pro-
fanas
6
poco christianas concurrencias , de estas
div rsiones punto meBos que gentílicas·, con cier-
to gusw
á
todo Jo que es
nrnndo ,
que ¡;>uede
pa-
sar .por una especie de
bechizG.
Oracioues, devo.-
cíon, exen:ici0s !Diado os , ob ligaciones de Chris-
tiano' todo
ce
hace impraéticable ' de todo se
hu-
y
e.
D
bi1itase la Fe ,
y
poco
á
poco
se
va extin-
guiendo
el
espíritu del Christianísmo. Jusrifiquense
quanto se quiera esas habituales
y
perpétuas di-
v r sicnes ; ellas serán siempre el fatal e callo de
Ja
pi
~ad
,
y
no pocas vt>ces de la inocencia;
ape-
rni
e
po ible ser largo ti mpo indev to ,
sin
pa-
ar á di sohll .
Y
de pues de esto se preguntará
friarnent
iqué mal hay en e a di ersione que
se
Jla·
man
hone
tas
y
dec
nte
?
¿Pero
e n
qué cara hay
valor para asegurar,
por
poco
conocimiento que
se