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Junio.

;41

E X ERe1e10 s

mente vuestro sonerano .dueúo., ;qué. mayor impie–

dad que seguir

á

otro~

Hazte cargo , no solo de la

injusti•ia' sino de la extravagancia

de

'esta condufu,

y

de hoy en adelante resul:lvete

á

ser verdaderamen.

te Christiano , dexando de ser mundano verdadera–

~ente.

Si hasta aqui no te avergonzaste de seguir las

máximas del mundo, ni de hacer obstentacion de

su espíritu no te avergüences de hoy mas de pare–

cer religioso

y

devoto, ni te corras del Evangelio.

No hagas ahora aquello que infaliblemente has de

condenar en la hora de la muerte.

l.

No basta que tus diltámenes y tus máximas

sean christianas

y

piadosas ; es menester ignorar

h~s­

ta el lenguage de los mundanos. Guardate bien de

aplaudir las máximas los abusos

y

las modas que

reprueba

el

Christianísmo. Jamas cites los estílos del

mundo en

tono de quien autoriza sus desórdenes.

Causa compasion olr decir á un Christiano:

Et

mun–

do píde esto

;

as( lo quiere el mundo; esto es del gr1s–

to

y

de la aprohacion del mrmdo.

Es impiedad , es

. cosa extravagante que el espíritu del mundo haya de

servir de regla

á

las costumbres de los Christianos.

Condena

á

cara descubierta sus máximas, y jamas dés

c¡uartel á su espíritu. Disuena, escandaliza en una per–

sona religiosa ·alabar

d

buen gusto

de

un trage ,

el

garvo de una muger, monstrando inclinacion

á

la pro–

fanidad,

y

á la desenv.oltura.

¡Y

qué escandalo sería,

si las casas religiosas , que son el asylo de la virtud

christiana , se convirtieran en escuelas pt•blicas de

mundanidad!

Seria ver la ahominacion de

111

desolii·

cion en el lugar santo

,

si las doncellas christianas

aprendieran en los Conventos

á

brillar en

el

mun-

do.