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s-irnos con gran facilidad,
sin
fatiga,
ni
con·
goja, dí,
~n
el nombre de Dios
y
de María
Santísima, esta devoción que te ofrezco:
y
acabada verás por propia experiencia la ten·
tación desaparecida, ó vencida
á
lo menos;
y
la Sangre de Jesucristo no despreciada
y
pisada, sino victoriosa
y
triunfante.
Con esta práctica conseguirás ver
y
co·
nocer, cuán cierto es., que quien se conde·
na, por su gusto se condena. Que nadie tie-
, rie disculpa para pecar; pues el vencer· la
tentación más urgente, es tan fácil como
tú
que lees estos renglones lo verás en tí
si hicieres lo que sigue:
Tengo de morir
y
no sé cuándo.
Oh muerte!
Al mismo Dios he de. dar estrecha cuenta,
Oh juicio!
Esclavo del infierno, soy pecando.
Oh infierno!
Las ale5rías de1 cielo son pepetuas
Oh gloria!
Cuando me estoy en el pecado deleitando, cómo
no advierto que Dios me está mirando?
Si peco, y este
E'-S
mi último pecado;
soy para siempre condenado.
Si venciere la presente tentaci6n,
en el cielo tendré siempre el galardón.