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vino Salvador:
N
une
princeps
hujus mun·
di
ejicietur
j01·as,
parece en verdad des..
mentido por el espectáculo que ofrece en
tales días nuestra cristiana sociedad. Un
nuevo código parece haberse proclamado
en
ve~
del Evangelio, una nueva moral, un
nuevo Dios, un nuevo culto. Todo se en·
cuentra tolerable, todo se dispensa fácil–
mente, como si Dios
y
la Iglesia hubiesen
abdicado en tales días su soberana autori–
dad sobre las costumbres y las concien–
cias. Ataques
á
la Religión en groseras
parodias de élla, hasta de sus más augustos
misterios; ataques al pudo1·
y
á la honesti–
dad hastSt en las calles y plazas más con–
curridas. Cristo Dios puede asomarse á ese
inmundo espectáculo,
y
exclamar congojo–
so y angustiado : ' '¿Son éstos los hijos que
Yo redimí con mi sangre, llamé con mi
gracia
y
sellé con mi Bautismo?" Sí, Dios
mío,
y
Jesús mío, y amado Esposo mío!
Estos son, pero no como lo quereis
V~os
á
vues.tra hnagen
y
semejanza, sino como
á
imagen
y
sen1ejanza suya los ha transfor–
mado y disfrazado vuestro enemigo Luz–
bel. Estos
son)
pero ya no cristianos, sino
de nuevo .paganos, como si por éllos no
hubieseis padecido
y
muerto Vos. ¡Oh bien