-
150 --
tra luz, lavad mis ojos con esta sangre, pa–
ra que con claridad vea la fineza
y
perfec~
ción de esa vuestra .sabiduría,
y
de ese
pu–
ro amor.
¡Oh riqueza del cielo, Hijo de ·
Dios vivó
!
Tan incomprensible soiA
y
tan
rico, que sólo bastais para llenar
y
saciar
las almas: tan grande , que podeis llenar
toda mi capacidad, tan puro que ninguna
cosa se puede cornparar con Vos; tan sua–
ve que arrebatais todas las fuerzas del al·
ma; tan hermoso, que ca
u
tivais lo
más
in–
timo del corazón; tan buen amigo, que
. obHgais
y
prendeis toda
el
alma; tan divi–
no fuego de am. or, que abrazais todos los
espíritus.
·Pues que mucho, que preten–
dais reinar sólo en mi alma
y
que la que–
rais desnuda
y
desprendida de todo sin
to–
lerar mezcla de otro amor
?
i
Cómo puede
caber con Vos otra cosa, en e¡;; te tan pe–
queño corazón?
Huían
á
los desiertos los presos de vues–
tro amor, desprendiéndose de su misma
carne
y
de su rvida, los
mártires;~
y
todos
vuestros verdaderos amadores
1
que os ven
desnudo en la cruz, lloran con· amor
y
de–
seos de verse así por Vos. Estas son las
obras de lo solícito
d~
vuestro amor.
¡
Oh
amor transformador
! ¡
Tan pobre
y
tan
:ri-