PROLOGO
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el fin de proporcionar á los cantores de
igl esia un cuaderno quE'.
co~teng·a
los ?á.nticos
señalados para la<: prmc1pales festividades
del año, publi amoR sta col cción, que espe–
ramos contribuirá á regularizar esta parte de la li –
turgia sagrada en estos lugares, y dará más r ealce á
las ceremonias r ligiosas.
Reprensible s, y aun insoportable, lo que "Obre
este punto generalm nte pa a: se
entre~a
á un can–
tor el misal
ú
otro libro d e la liturgia, sm notas pa–
ra que arbitrariam nte l e dé la entonación que · Je
acomode ó que en
1
moménto le ocurre; de lo cual
resulta que P.n cada iglesia se oye diferente canturía,
y
que en algunas sea ridícula ó extravagante.
Como la liturgia ·r eligiosa espre a conceptos su ·
blimes y d licados, reclama un ('.anto seri o. mesu–
rado
y
grave,
y
por eso se u sa del canto llano, el
cual se presta á la exp resión sobr edicha, porque este
género de canto no o upa la imaginación con la com–
binac ión d los son idos. ni Al sentimiento con los
primores del a rte. Este canto deja la inteli gencia li–
bre para con centrar toda su atención en l os concep–
tos espirituales, y toma J e los sonidos nada más que
un simple apoyo para acentuar las operácion s del
espíritu; ,n vez
,<JU~ ~l ot~"? : ~nto,
ll am'.'1-do :figura–
do, embelesa la imag1nac10n ·y mueve div e rsos s n –
timi ntos, absorviendo y n alguna manera embar–
gando la mente en la belleza estética, y por consi–
guiente la deja con poca
dif~posición
para las opera–
ciones spirituale" H e aquí la razón de l a impor–
tancia y gravedad del canto llano.
Sirva sto para e. timular á ·Jos cantores
á
qtH' "e
posesionen previamente d lo que han de: cantar e n