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-23-

Revolución no puede aclamar lo que es indigna

de recibir. Entre León

XII

I

y

la Revolución, el

antagonismo ha sido

y

sP.rá

eterno: no cabe con–

ciliación posible: que la Revolución es el abis–

mo contra la Iglesia

y

la sociedad,

y

León XIII

es el Pontífice por excelencia de esos intereses

divinos.

Basta lo dicho en testimonio aunque pobrísi–

n1o de la fecundidad maravillosa en los triunfos

de León XIII, que le hace un Pontífice excep-

cional.

Non est inventus sz'milis

z'llz'

___ •

Mal;-

-;zijicavz't eu1n

z'rt

conspectu reg·u11t.

Paso á ocuparme, católicos, de mi segunda

proposición: León XI

1

I, Pontífice excepcional

por lo que el mundo todo siente de

él.

Non est

z'nventus símilis z'llz'

_..

_E

t beatijicavz't illum

z'n gloria.

Cuando me propongo demostraros que León

XIII es un Pontífice exceJJCional también por

lo que las sociedades sienten de él, ni pretendo

eclipsar las glorias de sus antecesores en

I

9 si–

glos, ni decir algo má.s de lo que corresponde á

las suyas propias: que en el recuerdo de los

grandes hombres rara comparación no es enojo–

sa,

y

toda exageración es inaparente.

Las relaciones de las sociedades todas con

León XIII pueden reasumirse en esta frase im–

portantísima: admiración, amor

y

veneraci6n

ó glorias de León XIII sobre las inteligencias,

los corazones

y

el orgullo humano.

La sabiduría de León XIII, su criterio

y

el ti–

no que le asiste le han hecho la admiración del

mundo en los días presentes. Parece que el Pon–

tificado Supremo, como luz del mundo que es,

061108