PRACTICO.
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nOS' lnas suaves de
la
justicia;
ó
Jo
que fuera
n1ejo~,
no concedeln'Os
li–
beralL11ente el perdon , sino que con
el fuego,
y
el hierro, aun no parece
que hay estrago, por grande que
sea , que satisfaga
á
nuestra ven–
ganza , y que asegure nuestra vida;
entonces realnlcnre hallarénlos ve–
rificarse el sentir comun de proceder
Ja crueldad de pusilanimidad,
y
111ie–
do , no pudiendo haver otras causas,
que produzcan
los
efeétos referidos.
~edanos
ahora por resolver la
qnestion politica de
á
qué parte
de
la piedad,
ó
crueldad sea ll1as c'On–
veniente arri111arse en las operacio–
nes particulares,
y
en los castigos
públicos, sobre que dirénlos en pri-
1Der lugar, que en las operaciones
de los
hon1br~s
es inlposible
dár
re–
gla, que sea generaInlente conve–
n iente; porque los tienlpos ,
y
otras
circunstancias varían las cosas de
ma-