LA HUACHUA Y LA ZORRA
Cuento recogido en la sierra de
Canta, quebrada del río Chillón.
LA
huachua y la zorra eran amigas, tan amigas que siempre se las veía de caza
juntas. La huachua daba largos vuelos de ojeo y avisaba a la zorra los sitios
propicios para la cacería. Un buen día, sintiendo la zorra estar próximo aquél en
que iba a dar a luz, emprendió una partida de caza
y
regresó a su madriguera con un
costal lleno de venaditos. Se acostó y tuvo luego tres cachorrillos.
Lindas eran las crías pero muy voraces y bien pronto dieron cuenta de casi
todas las provisiones; en este trance salió la zorra de nuevo y dejó a la huachua al cui–
dado de sus hijos. Merodeó en vano por montes y laderas y al atardecer regresó a
su casa llevando en el costal. sólo pajarillos del campo, insignificante presa para el
apetito de los zorritos. De tal modo que al día siguiente decidió emprender una mi–
nuciosa batida.
Con el alba se alistó la zorra y dejó al cuidado de la casa a su amiga la hua-
chua.
Tú al fin eres ave, le dijo , y puedes alimentarte con gusanos y hierbas que por
aquí abundan, yo en cambio debo emprender un viaje de varios días en busca de pro–
visiones; vigila a mis hijos y cuando terminen de roer los huesos de los venaditos,
abre un saco que guardo en el fondo de la cueva y dáselos.
Pasó el día y vino -la noche y los zorritos aullaban de hambre. La huachua si–
guiendo las indicaciones de la zorra decidió abrir el costal y al hacerlo se dió cuenta
de su contenido. La huchua al ver los pajarillos meditó seriamente: Tienen plumas
como yo. son desde luego mis hermanitos, no hay duda de que la zorra es una amiga
desleal. y diciendo esto dejó en libertad a las avecitas que se dispersaron en alegre
bandada.
Los cachorros pedían a gritos comida, y la hu achua los miraba enfurecida des–
de el fondo de la cueva. Para que calla sen les dió de picotazos y enardeciéndose