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-83-

el

juego

del

pucara.

Baltico, sabiéndolo, concurrió también srn

invitación

11mguna.

-Chaipi ricuzhun!

(Allí

veremo

!)

Por las fa ldas de la loma escarpada, en cuya cima se

desplegaba

un

ll ano muy extenso, asuendían los indios en

distinta

direecione .

Era uua grita lúgubre. Alternada c:on

h

rabiosos

pífanos punzantes y lo resoplidos . de la bocina, e tentórea

~'

fune,ta.

D e vez en vez rompía el aire, como cuerpo lanzado,

el ronco grito de un

indio, que oltaba todo su pecho en

una pmlongada nota

rimitiva

como

largo

rugido.

Y en las pequeña , me etas de la ene t.a se veía como

el zapateo de grupos de indios, que, agitando las

guara–

cas,

intentaban

omo una especie de danza, entre el mur–

mullo de algo no o ulular, inarticulado e

inintelegible.

Iban vestidos con unos calzon azos de piel peluda de

carnero con prolongaciones, como de mameluco,

y

cubier–

to"

con unos soi:nb rerazos de cuero, que les defendían como

velmos.

"

En

la cima · del ce rro se entablaba la lucha, en medio

de una embriaguez que crecía por puntos,

y

después

de

habe r apuradu \:}l clásic brebaje da aguardiente con pólvo–

ra, para adqu irir bravura.

Eran

las huaracas con extrem0 de bolas de plomo y

de piedra, prolonga.das en puntas de estrella .

El · juego consistía.

en dar

impulso a las largas cuer–

da

de

la

huaraca,

y

en enredar con éll as al jugador

contrario,

si no alcanzaba a hacerse uu hábil quite. Pero

aumentada la embriaguez,

y

venido el furor, era el me–

nudeo de go lpes de ll eno con las estrellas dt::l plomo

y

de