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rebo-o
y
paño, como traje de call e de cho]a el e la ciudad.
Con más un par de zarcilla:1los de oro
y
perlas, de joye–
ría colonial, y una bl nsa cargada de cin ta. y de enc.'.ljes.
Man uca se presentó ant.e el :;i ltar, y luego v ino la
fiesta. Eu e ll a el patrón de Manuca se dignó bailar la
p rim er a danza con la dono a de posada.
La china era salerosa; y, apartándose de la danza
f emenil indiana, un conti nuo contone3.rse sobl'e los pies u–
ni dos, como eje para un lento giro circular, la desemba–
razada y al parecer tendeucjosa agilidad de su cueca,
dábala toda la traza d e un a bolsicona. de
l~
ci udad .
"A · mi borrega,
i borrega,
ay, mi borrega,
guacha,paleña" .
roncaba la borr acho a voz d el ü1dio canto r, en tanto que
su antebrazo rnscaba furi osamen te e] r ústico violín, y el
bombo descomunal de su acompañante tenía un desbocado
acompasami ento, como d e especie de toq ue de r ebato.
L a comitiva nupcial se r etiró del pueblo, demorando
t odo el r esto del d ía en llegar a casa de la novia, pues
era d el caso detcrner-e el mayor; tiempo posi ble, de tre–
cho en t.rech o, para r epetir la colación y las u baciones de
aguardi en te.
Un poco lejos de Ja· casa de la novi a estaba va a–
dereza
el
a la r amad a nupcia l. A é lla debía ser conducida
la novia por la madrina, y e l padrino ll evaba al novio,
dándole un empell ón h acia adentro, después de haber h e–
cho amago de desat arle el cefüdor.
E l indio B a ltico habia t ambién asistido a la boda,