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-±9-

- "Por éll os, por lo;; infames".

Y corría el rumor de uu a próxima

huelga,

la

te–

rrible

huelga de las

justi1,;ias populares.

*

*

*

A

la caída de una tarde, la colin a

se coronó de

una lín ea sangrienta : los

rOJOS poncho,· de

Jos

indios

ele

la hu'elga.

H,e-onaba coi

am~drentadora

intt.rmit ncia la

es·

tentórea bocina;

la

quip a

lúgub re semejaba queJJ-

dos de be;;tia tórturada.

L a lin ea

scarla-ta se derramó por las

faldas de

la no lin a, eomo -un reguero de sangre.

-

¡A

la

1,;~sa

de lo

de vergonzados, de los con–

denado;;, de los maldite>s!

Y entre la sombra

refulgían las anchas hojas de

lo machete;; flamaute , si lbaban las hondas de fatales

<le -trazas,

y

la e -pira! de

los

látigos, con hambre de

e palda;;

desnuda~ ,

se agarraba a la

so

moras.

El i:ico devolvía do de la

bret

'í.as

el vo0abulario

terrible de la

huelga....

Se atacaba la casa dd

1

is in cestuo -o . Ella bu;;có uu refu–

gio

e11 una hendidura de roca, en la quebrada. Y él, siem–

pr

ombrio

y

o ado

e defendía. Con

uw1 escopeta

de cartucho ha·;ía fu ego. CayeTon un o o dos de los huel–

gui ta · pero

impo -ible re -i;;tir má . En retirada, fugó

también •on

bu n éxito.

Y

ard ió

la

ca a. Al

chi poroteo del jncendio se