MARIA NUBE
-Hola, Paquito, conque estás de regreso; ¿desde
<.;uándo? decía en la plaza del pueblo un lugareño eu–
<.;Opetado a un mozo recién llegado ele la Costa.
..:_Pué, si señor hace namá que un mé.
-Y te a ·do de perlas, a lo que pa.rece....
-Corie te, co ·eilte.... .
y
aquí me tie110 uté, pa ver
a la madrecita
mi
viejecita, ila pobre!
Y un a:iá1ogo nutrido se entabla entre el gamonal
y
el emigrado, que con el mejor atavío de su equipaje:
pantalón y americana de blanca angora aplanchada, za–
pato de charol, calcetines azul--prusia y corbata carme–
sí, se avienta con la
tostada,
a guisa de abanico, dejan–
do adivinar a la legua sus ínfula de dandy muy civi–
lizado, que se eriza ante los bárbaros de sus compueble–
rinos que le rodean.
-¿Y vienes a la iglesia?
-Ah,
verdá....¿y a dónde queda eso?.. .
-¡Pero si la tienes delante!
-Ah,
verdá...,
- Y hoy se consagran las hijas de María....
-Las má g11apa, ¿verdi?.. .Bocaditos pa el Pae Cu-
ra....
- iRa<lical!.. . Y si no temes reventar en la iglesia,