En la lejanía del soberbio panorama estaba Cuen–
ca, bajo la tolda de una neblina sutiJ.
Esa línea roja
y
blanca era Cuenca. Esa línea blau–
ca y roja, roja y blanca, color de boca cálida que desde
la distancia reclamaba.
-¡¡Allí
vive el estudiainte!!
Y.
recordaba de sus cabellos de ébano, de su tez
dora.da,del tenue azul de su barba en crecimiento, por
donde élla hubiese deseado tanto pasar la mano. Y a
.ser de más años, la Gorriona hubiese pensado menos con–
fusamente en picotear aquellos ojos negros, como
frp.tosabroso, en anidar su pasión en esos cabellos bien olien–
tes, q_ue
deb~an
de er tan Sillaves
y
tan tibios.
N9 era
ero apricho ·de nrncliacha tan diablesa.
La Gorriona estaj:)a, enamorada.
Y hacía,
~ecuen-tes
excursiones al Huahualzhuma,
donde dejaba caer la tarde sobre sus sueños rosas
y
confusos, como el color de euenca en lontananza, donde
vivía el estudiante.
Y en las horas de sol,
venía~ele
el impulso de re–
volcarse con fruicióµ sobre
la
cálida aren¡i. de
1
una ton-
sura de la loma.
·
Pero cuando en la lejana ciudad, entrada la ·noche,
veía el incendio de una ::¡úbita claridad- el' alumbrado
míblic~_'.__en
esa
cíu~~d
de la
luz,
que debe .
s~r
fªI!-
be–
lla,
r~fie:tjonab~
inq.-q.ie~~
la Gorriopa, el
estu~iante,
¿se
acordará de
mí?
* *
*
Un día la Gorriona,
!i~m
Ell p,equeño r<idil qui' pas-