-149-;
un robust.o
cua.dn,
q;.ie
revienb en e0lor.
A (;<Í.
se e11fil a11
las fruteras, piutaudo el
~'ue!o
eo11
l!J
á ureo brochazo d e
las nara.njas
y
huayabas,
el graual e de los t:Óni c s toma.–
tes, el verde-mar de las almibarad as chirimoyas ,
el
osrnern.lcb
d e los aguacates
y
paµaya:-: , el hoja--seca ele los
guineos
y
plátanos.
Y
e. tán también las frutas de
la es–
ta ción: los estuchHs aterl'iovelado::: de las
huabns
verc1e--s!.'t –
po.
Y en fren te de las frutas, la hil a de reposteras.
Allí
el matiz del guiso popular; cuyo mareante olor
ipya.dE>
el ambiente triunfalmente. Y en
medianos
[pla.tazo:s
(;Ó11i–
cos de barro] sobre fondo jalde de guisada s patatas. el
bronce del
cuy
a -aao, toC'ado e<!m u11 purpún·o ají
e11
la boca,
y
como flo rdelisado c©n tajadas Hu rihla11 cas de
huevos. Y al lado e los
cnyes,
el plato perlad0 de Jo.;
postreros choelos de a staeióu.
Otra línea ¡Jaralela. Los ruleteros . Ora t ejen silen–
ciosamente su tela.raña para incautos, ora. la.11za.n réclames
del más agudo pleo11asmo:
-iAeercarse, señores, a la suerte del R ey coromiclo
con corona!
Y aquí y
a.llá, barriles y dama juanas siguen ma11a11-
do la chicha.
y
eJ puro; pero ya
110
es un ambiente debo–
rrachería el que domina., sino cierta flore scencia de doLjua–
nismo. Y el letrado cantonal corteja a l a agreste señorit1l,
muestra.rio surtido de todo lo
demodé.
Y
el barbilin cl o a–
manuense de aldea eruza de bracero con la
"Trigueña de medio pelo ,
fald a color sungre--toro,
medias color de
clavel.
pañolón café c01 1 led1.e