UNA
F~ESTA
Et"
SAN BARTOLOIY\E
- Alli está Sa.n B arto lomé, di ce
el
guía,
ha~iendo
levantar
la cabeza
a
los romeros de
la ciudad, que la lle–
van
con cie1ta dejación, fatigados de
la
luenga
cabalgata,
bajo el canicular sol de
,. go ·to.
En la meta
e
1
agria cua ta está, en efecto, el
villorrio, con
us
lejas y
sus casucas sin menjurge,
algunas con ínfulas de casa mediocre de capital prnvin–
cial.
Tras
una
en rada, si e , no es, airosa de personas
de
la ciudad, los
romeros, por curiosidad, están alojados
en una casa de La
gamonalía, transgresores de la costum–
bre que hace del convento del cura La
posada obligada
de
todo
forastero.
Y,
tomando
el qraque
de la bien–
venida, echan raíces de confianza en el villorrio, con toda
la robustez
acomodaticia
de un joven erpíritu, benévolo
y curioso.
Lugareños
y
lugareñas que
todo el respeto ejercitado ante Su
y
ante Su Imperial Majestad el
tico.
pasan, saludando
con
Beatitud, el Señor Cura
Señor
T eniente
Poli-
Queda cargada
la Kodak del
folk-lore. Y es
la
víspera de la gran fiesta. En las puertas de las
habita–
iones,
la Singer de mano viola sin miramientos el silencio