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- 140-

Luego e van. El difunto queda sepultado,

y

esto bas–

ta. E so

es todo. Ha

ganado en

funeral

a la bestia de

carga,

a

la que

tan sólo se arroja sobre el campo.

De regre o a la

ca a moituoria, es el

juego de los

auquis.

u

A

.

uquis

somos,

del cielo venimos,

y en nombre del muerto,

pan pedimos."

Y algunos

indios del acompañamiento,

atiplando

la

voz, van por el éaID¡pO en carrera, cabrioleando,

y

repi–

tiendo con

u voz

de

falsete el

estribillo de

u

Auquis

omos" en caqa

ca:s_a,

Y

es

la consentida rapiña de rito.

v.Auquis

somos' .

.

.

y

ora es la

gallina que arre–

batan, o el

pilchi

(cuenco de calabaza) de huevos, o el

char–

qui

(carne de cerdo) que se orea en la percha del co–

nedor.

Al

quinto

día de la muerte, el

cinco.

En el sombrea–

do

arroyo de la quebrada una

hila de lavanderas la–

va

la ropa del difunto, usando

de hojas de penca, en

lugar de jabón. Con

la creencia de una

especie de

a–

blusión purificatoria.

Y

e

deber del viudo o viuda ba–

ñar e, si no lo conmutan con una botella de aguardien–

te.

Y

luego

las mujeres

se agrupan ruborizadas. Es la

pantomima del

"burro" el innoble humorismo de

un co–

nato de atropello.