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Poeta, y
allí escribió ºRenugio Romero y Cbrdero
su im–
perecedera "Egloga Triste' y allí Rapha, temblando de un
mi sericordioso
dolor. miró surgir de la encrucijada de la
ca lleja. oscnra, Uorosa de una
larga lá.grima,
la marchita
siluéta d
"La Pobre Mariuchaº'. Y allí, Doña Aurelia de
Romero León , inquieta ante invisibles
j:)rocesíoiies de
la
muerte, confió al . usurro de negras autífonas sus
Mensa–
jes a la Hermana Tormento.
La grallujería está iusaciada de cue11tos.
-
¡Otrn, otro1 .
.
. ¡Las tr
toronjas! • .
P ro la na
ú,
tftova
:e impone.
- He de conLar el cueuto que me dé la gana.
Y es la 1arr-ac ra una criomé ·tica. en cuy o rostto chi -
µ
an dos ojillo"
in eligente , que haceu ad ivinar a
la
·a–
bidilla
regateRdora de
·ompra
y
di. cu titll'.)ra de vueltaº .
La muchachona, de greñada, con la blusa sucia de huma–
re
y
de coe;ina
la pollera remen'dada,
relata la Grni–
cienta, el cuento que h a escogido, con ta l
illflexion de
voz, que parece que hiciera de él un símbolo dé u vida.
Y
miei,tra
que e pera al príncipe que ha de re -
catarla de la e. coria, en alguna aromada ub:J.bría del bo -
qu , goza,
.JJOÍ'
de ]_Jronto, con t eMl· humillados a
sú habi–
lid ad de narradora de cuento
a lo
encopetados mucha–
cho del vecindario.
Y
e
interrumpe en el relato ho til–
mente, lia ·ta que s'e le pida con instancias que lo vuelva
a
rea11udi1r.
-"Pero uü
día
fue
otra cosa. El hijo del Rey
e e–
uamoró de la Cenicienta .
.
. Y r.uando la Üénicieüta fue
reiua, murió aplastarla por las rueda de sú carro de
bro