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en un instante un gozoso círeulo de caritas, donde
retoza
el ansia nunca saciada de jugar.
-¡Al
andalacio,
al
andalacio!
En otros barrios de
la ciudad, típicos como el
san–
rroqueño,
en el Chorro, Todos Santos, en la Ualle Larga,
en San Seba tiáo,
en
los atrios de las iglesias, en el a–
rroyo, cien cofrades más de la
granujería harán debido co–
ro a su expansión
infantil.
Y
hay qne
estar muy
tranquilos. En las
noches
de luna el permiso· mat.eroo se
extiende hasta las nueve
y media.
Y
la noche "está como
el día" .
"Andalacio
por palacio
erro come
tu espinazo
Ban Martín
de
la Reina
tu eres
indio
de mi esquina.''
¡'ranta palabra sin sentido, todo un encanto indefi–
nible para la chiquillería!
"Tu eres indio
de mi esquina"
Y
el círculo de
pequeños, que ha girado cadencio–
samente al son de la fraseología
del juego,
se detiene,
con una explosión de alegría. El muchacho que hace de
"diablo may0r" ha posado reci:imente su mano
en el
hombro de uno de los rapaces, que se queda un poco mo-