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cuando me dijiste adiós,
y
dej é -que lejos partas,
sin comprender mi pa:ión ."
Y había la fecha de la mañana en que Benj amín par–
tió para el Seminario. Benj amín estruj ó suavemente el pa–
pel.
Volvió a cabalgar, y partió. Desde Ja colina, vió . u
pueblo, por )Íltima vez. El sol poniente
caí~
sobre su
ca–
sa, como un a espada de fuego.
-¡Dios mío! perdona a mi padre!
Tuvo como un anhelo de volver. Pero tornó su
ros–
tro. Como otro hubiese levantado una pistola, él
levantó
su plegaria.
.
-
¡Dios mío más bien dame la
m~erte!
*
*
*
La donación de Benjamín, su partida, su resolución de
ingresar a un convento franciscano, todo se comentó en el
pueblo.
---iHemos perdido un ángel!
El cura del pueblo, sabiéndolo, tuvo un a fuerte emo–
ción. La madre de Rosalía le había contado todo.
---iPobre muchacho! .
.
.
¡y
Rosalía no era como
lo
demás de esta gentuza!
Se quedó ceñudo.
---Pero él, así debía proceder .
.
. ¡E:ca de noble san-
gre!