-12~-
dir
de mañana a pasado. Pero yo he ga tado mucho eu
tí. Ya ves que siempre te he tenido muy lujoso.
Benjamín seguía callado.
-Ahora te quería decir
(to ió) . .
. que como
tú
ganarás mucho como sacerdote, eu verdad, no uece itas de
ese dinero . . •
¡y
tu papasito que tanto lo ha hecho pro–
ducir! .
.
. E tá casi duplicado . .
.
- ¿E
decir que u. ted
qi;iiere el dinero?
Don Vicente respondió con cinismo.
-Ese era el
objeto .
. .
-¿Qué objeto?
preguntó Benjamíu como un juez.
Don Vicente se quedó un tanto perplejo. Benj amín
le miraba
everamente.
-¿
onq e
u,bo heren 'Ía de la
tía Luz para mí?
-Te lo
e
di ho.
-¿A
fin
de que me hiciera. yo
a.cerdote?
-A
í.
- ¿Y
ti
no me hacía
acerdote?
-No había
la herencia, pue. .
-¿Y por e o usted quería que me vaya al Semi-
uerio?
-¿Por qué?
- Para tener u ted la bereneia.
-¡Hombre!
-¿Y por eso me impidió qn () me
ca sara,
eo11
Ro-
alía,?
-iH:>mbre!
-Porque, de
otro modo, no había la herencia.
-Pero mira qu
te h' µref0rido a Pac:ho.
- · A Pi::chb no
lo gu taba estudi .Lr. Y para
er
a-
cerdote, e necesario e tudiar. E · dbci.r
que había que es–
tudiar, para
tener la
herencia.