Table of Contents Table of Contents
Previous Page  127 / 180 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 127 / 180 Next Page
Page Background

-117-

trigeño,

lo ponía aún más guapo.

Rosalía

le estaba

mirai1~do

de

uh

recodo. Salió

a

su

encuentro.

-Buenas tardes, Benjamín.

-Buenas tardes, prima.

-Te

lucistP, de mañana en el sermón.

Benjamín bajó los ojos con marcado seño.

Rosalía,

como una persona muda, que se Psforzase

por hablar, le dijo.

-¿Ya sabes?

-Sí. Ya sé. Que pa ado mañana te casas con Paoho.

El Sacerdote

logró sonreír. Iba

a contirmar su cami-

no.

Rosalia exte11dió tímidamente

la mano, como querién-

dole detener.

-Benjamín, yo siempre te he querido.

-¿Sí?

Había una involuntaria y dura iTonía en el monosílabo

del sacerdote.

-Dios no me ha de castigar, si en mi mente nunca

te podré olvidar.

-Hazlo. Así lo manda Dios.

El sacerdote puso

en sus palabras un

frío

glaoial.

Quería

salirse del paso. CortaT la conversadón.

-Benjamín, jyo no te merecía! Tu eras mejor que to–

dos nosotros

en

el pueblo. Yo no te merecía. Conmigci hu–

bieras

sido un

chacarero.

Y tú debías ser

'1'11

hombre gran–

de. Las 'parroquias ta.mbién han d11do hombres gn.ndes .

.

.

Yo no te merecía .

.

. De que te hayas hecho

sacerdote~

yo

:me he alegrado nomo nadie. Se que ah.ora

~ll'es

muy

estudiado. Benja ¿no

~tás

contento? .

.

. Creí quie no te

acordabas ya de nad'a. Pern

~sta

mañana, en

el

sermón,