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tro antiguo Ben jita)
y
se quiso arrodil.la.r, para besarle la maco.
Benjam_ín se
levan.tó1
y le _al?razó.
.
---Oye, Benjamínf observó el Cura, ¡es demasiada demo–
cracia!
-Soy del pueblo, y usted es noble, Senor cura,
contestó f).fablemente
Ben9am~.
-¿Tú? . .
~
¿del gueblo? . .
El cura se mordió los labios. Se pasó la mano
por el mento. Se puso a
p~sear
por la pieza a largos pa–
sos. Parecía recordar algo lejano.
*
*
*
De tarde, Benjamíu, antes de entrar en su casa, qui–
so darse un pa-seo.
Iba
co~~v~rsando
con una chiquitina muy vivarach,a,
qu.e le tenía Qiistra-ído con sus cosas.
El senderito estaba aromoso
de
capulíes, duraznos
y
morales. L a tarde convidaba al humor apamble. Ben–
jamín acaticiaha
1
de vez en vez, al perro de la casa, que
le seiguía jugiaeteando,
La chi f4í.Ütina la preguntó ingenuamente a Ben–
jamín.
· - ¿Y
1os sacerqotes se ponen calzones?
!Benjl1JPÍI) romp10 en una sonora carcajada.
Al reflejo de aquella sana alegría, el rostro de
BenjaID.Íil irrá\lió, @omo
~n
1
sus .
~iempos
de ad0lescente.
Agraciado y chispeante. El fino toquilla, sobre su rostro