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b
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.
.
sos Jueces parroqma es
nunca
e
oca
el
en '
el
T eniei;tte)
esos m-:t,estros de escuela, que se uonsiguen
Jos pue tos a fuerza de pavos, de huevos y quesillo. . Y <le
tanto tratar de su mer0ed a
l a~
au torid ades .
.
.
"Esos
sÍlldicos-cínicos-y esos
sacristalles-alacranes- que
t i< –
ne11
la <;asa de Di m;, uomo
mi
cuyero.
¡Abajo!... Y
esos
verdes
de
pongos, alcaldes
y
va.rayos
que n
o sirven como
e~
debido al señor Cura... Y que van a
g-a.
t.ar.su plata
en
borrach~ras
1
en
lugar de
pas~r
misa
,
.. Y
esos
rondas que no sirven ui par a un
dolor de b a rriga. .
.
. "
.
Y luego, <:Orno , i
81J O
fuera un
r eflej o del p ·simi -
mo dfl la
prensa provinciana:
.
.
"Señores: pata er empleado se n eces ihl tener
VPin -
tiú11palan cas,
y
no saber lee r u i e cribir .
-
.. Señores, no
tenemos
ramin
~ ,
y
e11 Oue r1ca
dizque h ay
plazas su–
puestas
. ..
se-ores,
o nos dan' nada, nada, nada.
y
tai–
ta Gobi
(el Gobierno)
nos quita ha shi.
la mu ·l a del jui–
cio .
.
. Señores, abajo
tal
cosa, abajo
tal otra, ¡abajo!
iabajo! .
.
. Y
ese pobre pueblo, que paga tod o .
.
. has–
ta lo que otros · pagau por pecar . ..
11
No faltaba, a veces , en el "reto" el equívoco de
no
apagado color.
"Esas maestritas de
escuela [pero no la de este pue–
blo], que en lo mejor del año
pierden la salud
.
.
. "
Las
al usiones
eran generalmente tan a boca de
ja.–
rro, que ponían
incandescentes muchas mejillas; pero los
aludidos
se contentaban con decir al vecino, pronto, pron-
to:
-¿Oyes? . •.
. Eso 'lo dice por don Fulgencio .
.
eso, por
la Caldo de pollo .
.
. eso por Ful ano, eso por
Zutano . ..
Lo que más agradaba al pueblo era que cuando Ben-