BOCETOS HISTÓRICO
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paz de su agitada y culpable conciencia; época de piratas y
de bandoleros, que hacen exclamar a un cronista -de esa épo–
ca: " El horror de las guerras civiles es tan afrentoso, que
bien parece que Dios se hubiera olvidado de estas tierras ".
Quizá si por una secreta y oculta cualidad hereditaria,
efecto de los caracteres de la raza soñadora y poética, o bien
con cualidades nativas y espontáneas que nacían al influjo
de una dulce contemplción y una profu.nda v·ida interior, Ro–
sa estuvo dotada, desde su juventud, de una ardiente y fecun–
da vena poética. Posiblemente muchas de las hermosas y sen–
tidas composiciones que escribió se han perdido definitiva–
mente; las pocas que nos han quedado y que las conocieron
sus parientes y contemporáneos, se salvaron del olvido, por
lo mismo que la Santa las escribió para aprenderlas de me–
moria, repetirlas en sus éxtasis y arrobamientos místicos,
y enseñarlas a las gentes sencillas a quienes Rosa recomen–
daba "amar a Dios con alegría y con dulzura, y hablarle co–
mo los ángeles en cantos nacidos del alma".
Y así con ese arrobamiento y dulce sencillez habló con
Dios y tuvo las dulces sensaciones de la realidad de ese amor
divino, de que nos hablan convencidos los místicos de todos
los siglos, desde Plotino a Francisco de Asís, desde la virgen
de Magdalo a la poetisa de Avila.
Ingeniosa y sutil desde muy temprana edad, dió a cono–
cer sus altas cualidades poéticas, que a nacer en un medio
más culto y ser estimulada, y no hacer de la ocultación de sus
méritos un hábito, habrían obsequiado al arte todo un te–
soro de bellezas.
¡
Cuando en ese pequeño manojito de sus
flores poéticas nos ha dejado tanta fragancia
!
Casi niña aún y cuando recogida y mística oraba, para
repetir su apellido simbólico ( l ) y el bello nombre que la
aplicaron, unido al de Dios y expresar la unión mística de su
pensamiento con Jesús, decía con profundidad
y
a la vez g¡·a–
cia y donosura:
(1).- Era su nombre bautismal Isabel Flores de Oliva. Las compo–
siciones están tomadas las más del elegante e tudio místico del R. P. Vic–
toriano Osende, O. P., muy apreciado literato y estimado amigo nuestro.