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HORAC!O H. URTEAGA

milón; pero así iba la guerra, y convencidos de su ineptitud

los jefes, dejaron Ja jefatura, y Girón obtuvo la ventaja, y ....

cuántos episodios más, llenos de contrastes, no ofreció este

novelesco levantamiento. Bueno es recordarlos para darse

cuenta de la fisonomía del siglo en que vivió la Santa, hasta

hoy no comprendida ni estudiada. Pues se ha de aber, que

Fray J.erónimo

de Loaiza, que no se hubiera preocupado en

hacer ahorcar a los encomenderos rebeldes, dedicaba su celo

a la creación del primer hospital de Lima;

y

él, que podía ha–

ber caído en el campo de batalla muriendo por el rey, a los

pocos años caía en la cobacha de su hospital, muriendo de

amor y de celo caritativo por los pobres.

Girón, el rebelde, pone en sus estandartes de sublevado,

las frases del Evangelio y los versículos de los proverbios de

David; pero lleva en

su compañía una maga hechicera a

quien consulta, y se hace acompañar con un astrólogo y un

pitagórico de fama, que aquella con adivinanzas, ése con la

contemplación de las estrellas y éste con tablas de números

conv1encionales, le predecían

el resultado de sus acciones;

por ellos supo el descalabro de los ejércitos de Ja Audiencia

en Lurín; por ellos conoció de antemano sus victorias de Vi–

llacurí y Chuquinga, y, por fin, su desastre de Pucará. Su

mujer, Ja bella doña Mencía de Sosa, que acompañaba a los

ejércitos rebeldes y se hacía vitorear "La Reina del Perú",

soñando con una corona, vé perdido a su heroico compañero,

y, cuando después de una trágica odisea, regresa a Lima pa–

ra conocer el ajusticiamiento

del esposo, abandona con su

madre el mundo, y, reuniendo su cuantiosa fortuna, que es–

capa a la confiscación, funda el monasterio de la Encarna–

ción de Lima; y eligiendo a su madre abadesa, y acogiendo a

mujeres piadosas o desheredadas, toma el velo de

E sposa del

Se1ío1',

y, d.espués de una vida penitente, muer e en olor de

santidad.

Así es esa época

y

ese siglo, y era que a cada momento

y

a cada paso peligraba la vida y la fortuna: la vida no ¡:-arecía

muy querida. y J,a fortuna s·e había conseguido a costa de mil

sacrificios; la vida se hallaba amenazada por el levantisco

veterano de la conquista o por el aventurero qu 3 llegab.1 a

la colonia a ofrecerse " como una buena lanza " o co1110

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