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DE LAS LENGUAS AMERIUANAS EN PARTHJULAR

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AlegTía) y correspondido con aprobación de su madre la Koya

Anahuarqui, a pira á su mano, y la solicita del monarca invo–

cando sus servicios. Siendo tan insólita pretensión contraria

á las leyes del imperio, pues las perso1 a de la, familia real se

consideraban de origen divino, cuya casta ólo e unía entre

sí, el Inca, de ·pué de haberle invitado á hablar, y á pedirle

~< aunque

fuese su corona » la rechaza, li mitándose á decirle :

« Acuérdate que eres un simple va allo : cada uno debe e ta.r

en su lugar; has quer ido subir dema iaclo

alto. ~>

Ollantay des–

pechado, que había seducido

á

la princesa, e subleva, hacién–

clo e coronar Inca en la fortaleza de Ollantay,

y

derrota á la

tropas incá icas enviadas para ometerlo. En el intermedio de

e. to. uce o que abrazan un e pacio de diez año

1

muere Pa–

chakutic y le sucede en el trono su hijo el Inca Tupac-Yupan–

qui.

El primer general del imperio Rumi-Ñawi (Ojo de Piedra)

der~·otaclo

antes por Ollantay, se ofrece á apoderarse ele éste,

y lo con igne por medio de un estratagema de que luego e

hablará. El nuevo Inca uo sólo perdona al rebelde, sino que lo

colma de honores, nombrándolo su egLmdo y regente del im–

perio, concediéndole además la mano ele la princesa Ko i-Koy–

llur, quien por Lma combinación de accidentes novelescos por

el estilo de los ele Ana Racliffe, había sido salvada de

lm

ub–

terráneo en que Ja tenía encerrada u difunto padre, por inter–

medio de u hija, fruto ele sus secretos amores con Ollantay.

En cuanto á Ojo de P iedra, que se había acrificaclo por salvar

la dignidad de su soberano, no recibe premio alguno, ni las gra–

cias siquiera, siendo la moral del drama el triunfo real de la rebe–

lión, la humillación de la autoridad incásica,

y

la violación de

todas las leye divinas del imperio de fanco-Oapac.

Basta el simple buen sentido y el má superficial conoci–

D1iento de la sociabilidad política del antiguo

Pe~,

para con–

vencerse de que tal arg·umento ni concebir e podía bajo la do–

minación incásica, y

m~nos

aLm que el drama pudiese ser repre-