DE LAS LENGUA AMERICA A EN PAR'l'ICULAR
219
P arece, pues, quedar demostrado que la g·uadaña ó la hoz de
la muerte en el drama
Ollcintwy,
no es de los quechua ,
y
1ú
iquie1:a tradición que pudiera venil'les de los gTiegos, su ' pre–
tendido antepasados.
En otra e cena, el héroe en pre encia de una especie de mila–
gro ó sortilegio del gran sacerdote, que hace manar el ag·ua de
'una flor, refiri éndose á
us ojo prorrumpe en estas palabra :
« Más fácil
ería hacer brotar el agua de la roca ».
~
Quién no
ve en esto una alusión bíblica al prodigio de foisé
'?
En otra ocasión dice el mi mo : «Podrá leer mi
combates
grabados en esta arma victoriosa, que ha derribado miles de
g·uerrero . » H e ahí una alusión caballere ca
á
los motes
y
di–
vi as de los guerreros de la edad media.
• E l gran acerdote hace alu ión una vez al « hilo del destino
que se ha roto
y
enredado, y que debe de enredar e
y
reanudar-
e>, imagen verdaderamente griega, que mejor que Ja guadaña
hace recordar la personificación de la muerte entre lo helenos,
y
que, locución usual en un europeo, un quechua no podía ni
concebir.
Una vez se habla del gato como animal doméstico para ahu–
yentar ratones,
y
para explicarlo t iene P acheco Zeo·arra que
suponer que los quechuas pudieron tal vez domesticar al gato
mor:té . Otra vez se habla por dos ocasione del canto de la le–
chuza sobre los techos como anuncio siniestro de muerte, su–
perstición europea, de que también participaban los quechuas
según el concilio de Lima de 1583, pero que le cierto no podía
venirle de los griego con ese sentido como el hilo de las par–
ca , trat{mdose del ave de Minerva.
En un Yaraví en que se describen la
perfecciones de una
belleza, se dice que « su cuello es
blcinco
como la nieve; que sus
1úejillas son como rosas caídas en Ja nieve ; su rostro
blanco
y
transparente como el alabastro ; qne su do senos son
tan blan–
cos
como pedazo de hielo,
y
que sus declos se parecen
{~
copos ó