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que n u I alabra
cía
cart~ab a
con el Ade-
lantado, enviándole
que qu hncía qu má ami-
go' que 'ontr ario tenía n aquel r al· lon o de .Alva–
r ado f ué avi ado de to,
y
en ecr to bizo · enviar g nte
para pr nderle. P dro de L rma -lo upo
y
parecí ' udole
er ulpado
condió
y
a pié huyó 1 río arriba, don-
d fué pr o de cuatro hombre de pi' qu guardaban un
ado,
teniéndole pr o e confederó con los tre de-
llo ,
y
confederado pren lieron 1 otro
y
11
áronlo por
fu
rza
y
n el camino e le oltó
y
vino a tlecillo a
.Alon o de Al a!ado.
E n
to era llegado 1 Ad lantado y había entado
r eal de ta part del río con tre i nto de caballo y otros
tantos de a pié, y había muy grandes requerimientos
d e una parte de otra, adonde Alonso de Alvarado pe–
día la libertad d H ernando izarro y Gonzalo Piza–
rro,
y
el Adelantado no quería v nir en ello. En e te
tiempo no e podía vadear por mucha parte el río;
.p ara rem dio de to :enía
1011 ' O
d
!varado he ho un
baluarte muy largo pu tas una piedra
obre otra
ninguna adon 1 e taban pue tos piquero
y alguno arcabucero , y
lonso de .
1
va-
en la pu nte con cincuenta hombres obre–
·aliente
quien má e fiaba
J
ara ocorrer a la ne–
ce idad,
y
en lo alto e taba un apitán suyo con poca
gente por guarda de lo prision ro .
prima noch co–
menzó a jugar la artillería, los in lio le Paulo que eran
pa ado de diez mil e taban hechos e uadron e · a la
orilla del agua,
era tanta la in2ini :!ad d piedra que
con la honda chaban de la otra parte que no había
e pañol que pudie e andar ino por d trá del baluar–
te ; toda la noche duró la grita le lo indios por su
cuarto para de v lar lo e pañoles. l\Iedia hora
~ería