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se r eze l:lua de l y le temí a, mas empero hazi endo
de tripas cora <;:on determino de lo yr a buscar con
la poca gente que teni a, porque, como hemos di–
cho , la fortuna le e ra fauorable y le ayudaua e n
es te casso y al buen \ isorrey le e r a muy contra-
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ri a . Estaua e l Visorrey en este comedio muy pen–
s atiuo y bi n congo jado de entender qu e sus capi–
ta nes no ,-eni a n de Tie rra Firme y qu e se tarda–
u a n mucho en traer la gente que auianydo a ll a ala
hazer traer, y a otras partes , y no sabia la causa
de ta nt a tardan<;:a como hazia n. Vn d ia , como es –
tuuiesse muy pensatiuo } la ma no
pues~
en la
mexilla y el e r ecodo en la si ll a, como le tení a n co–
no c ida la co ndiscion no a uia hombre qu e se a tr e–
uiesse a dez ir cosa a lg una, crey endo que es taua
muy enoj a do, sino fu e r a Don Alonso de Monte–
ma yor que s intia mucho lo que el Visorrey po–
dria s ntir , como
u ve rdadero y leal amigo y
buen seruicl or. Por lo qua l de termino el e le h a blar
por quitalle de tanto pensamiento y mohina como
teni a, y assi le dixo las _s iguientes palabras con
buen comedimiento y gran humildad, no por punto
de couard ia , s ino por lo que auia sentido e n los
soldados q u
a lli estaua n, los qua les dez ia n con
grande furi a en seer to y publico: Que no auian
de p elea r contra el pode r ta n g rand e como Gon–
<;:alo Pi<;:arro traya, qu e por ma r y por la ti err a
los venia n a cer car con muchos apar e jos de o·ue–
rra , y e tas cos;;i.s las sabia tambien el Vi orrey,
y assi e l Don Alon o de Mont emayor clesseaua
g r a nde me nt e dar Ja batalla a l en emig o a unque
supicsse morir e n e lla , y ass i le h ab ló: