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y ntronic;:ado e n el gouierno de la ti err a, dixo del
estas palabras: De verdad qu e me paresce , segun
soy'y nformado , que
Gon~a lo
Pi<;arro es vn hom–
bre de buenas y sanas entrañas si traydores y ma–
los hombres le dexassen, y cie rto si el se viniesse
a mi yo l e ha ria muchas y
gran~es
mer cedes en
nombre de Su Mages tad por los muchos
y
grandes
w/
eruicios que le ha hecho en la tierra. 1as to.m an-
J.;-{._.
e
do la hoja, quando se enoj aua con tra el y contra
,'_sus sequaces que a ndauan en su
se ruicio~
lla–
maua a boca llena de vellacos, trayclores y femen–
tidos que no g uardaua n lealt ad ning una para con
Su Mages tad. De manera que n1as vezes a labaua
a Gonc;:a lo Pi<;arro, y otras vezes lo tratau:i muy
ma l de palabra, principalmente quando conoscio
claramente quan de ve r as lo perseguía, como mas
la r gamente diremo en esta obra. Aun esta ndo en
e te pueblo de Tumbez y qua nclo yua por la ma r
nauega ndo
y
en ot r as parte , clixo mu chas vezes
a sus pa ri ent es y a los caua lleros que con el es ta–
uan, que Su Magestad
y
su Real Consejo le auian
dado por coadj ut or es quatro Oydorcs q_ue e ran
bachiller es de poca sc iencia y de menos espeti
JJ–
c;,i~,
porque el
~o
era moc;o
pr esumptuo~o.
u 1.
otr o tonto y desabrido, y el
o t~o 1~cio ~rl e!:_O,
y
1
otro era lo co
y
de poco entendimi ento . A.l Oy–
dor Diego Va quez de Cepeda ll amaua mo<;:o pre–
su mptuoso porque a un no tenia treynta
y
cinco
años
y
pr esumia saoer mas que todos
u
tres
compa ñeros y assi e jac ta uf!
d ~ llo. Al~dro Orti z de Cara te llama ua tonto desab[ido por
er ya mu y viejo,
y
a la co ntin a:-;stau; enfermo,