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VIDA DE ' CHR1'STO
vér en los Cielos , se convinieron en partir todos tres
juntos sin dilacion , para ir
a
tributar al nuevo R
y
de
los J udios sus
homenage~.
Apenas se hubieron puesto
en camíno , quando advirtieron que la estrella les ser–
vía de guía : en efeéto 'los conduxo en derechura
a
Je–
rusalén; pero quedaron sorpreh ndidos al vé r d sa pare–
cer la estrella desde que entraron en esta Capital. Van–
se
a
Palacio ,
y
preguntan ,
¿
Donde estaba el nu vo
Rey d
los
Judíos ,
q.uevenían
a
adorar ,
y
cuya
s–
trella habían visto en el Oriente
!
Al oír H erodes' esta
aventura de voca de los Magos , se ·asustó y sobresal–
tó; pero disimnland<:> sus
1
temores, hizo al punto ve- ·
nir
a
su pre encía
a
los Sacerdotes y
a
los mas sábios
Doétores de la Ley ; y no dudando que un Rey , cu–
yo nacimiento anunciaban los Astros , d bía ser el
Mesías prometido ; y mas sabiendo muy bien que ha·
bía 11 ga o
yá
·el tiempo de su venida segun
el
cálculo
de las profecías; preguntó
a
los Doétores que asistían
al congreso ,
t
qual era el lugar donde debía
na~er
el
Mesías. Todos respondieron que debía nacer en Belén,
segun la prediccion del Profeta Miquéas. No obstan–
te esta respuesta, desconfiando Herodes
d~
la vision
de aquellos estrangeros ,
y
temiendo que si se incor–
poraba con ellos para ir
a
rendir sus homenages
a
un
Niño, que no era cierto todavía si sería el Me ías , se
expondría
a
la risa '
y
mofa del público ; se contentó
con d cir
a
los Magos , que segun sus Escrituras
el
Mesías debía nacer en la pequeña Ciudad de Belén,
que oo distaba
sino
dos leguas de J erusal /n ; que les
-aconsejaba fueran allá quanto a:1tes , y volviesen sin
detenerse
a
darle noticia de lo que ·hubiesen visto; pe–
r o antes de dexarlos partir este Príncipe astuto, y tan
•
cru
l