SEñOR NUESTRO.
Ir
co que
a Jesu-Christo.Eles el principal objeto de aquella
multitud
d~
predicciones,que tiran
é
imprimen los rasgos
mas vivos y mas naturales de su vida. Entre todos los
Profetas no hay uno que no sea como el :i{ey de armas
de este Hombre Dios, cuya santidad y divinidad publi–
can al mismo tiempo que predicen su venida. El es nues–
tro Dios , dice el Profeta Baruc, y ningun otro subsis–
tirá delante de él :
Hic est Deus noster,
&
non estima–
bitur aiius advér
sus
eum.(f)El
es el que encontró los ca–
minos de la verdadera ciencia' y
el
que
la
dió
a
Jacob
su siervo,y
a
su querido lsraél. Despues de esto fue vis·
to sobre la tierra,y conversó con los hombres.
Post hcec
in terris visus est,
&
cum homínibus
conversdt1~s
est.
Quiere decir, que este Dios, cuya bondad es tan incom–
prehensible como infinita su misericordia , despues de
haber instruido y preparado
a
su Pueblo en la Escuela
de los Profetas,despues de haberlo hecho con estas pin–
turas alegóricas
y
con estas predicciones multipli cadas
capáz de un Misterio tan sobre la capacidad d l espí–
ritu humano, se hizo visible sobre la tierra por su
En- .
carnacion;
y
hecho hombre, se dignó conversar fami–
liarmente cori los hombres, y ha
cerse semejante
a
ellos.
Se puede decir que todo el Vie.io Testamento es
una continua alegória de los Misterios contenidos
en
el
Nuevo , y singularmente del de la Encarnacion del
Verbo, baxo los nombres figurativos del Christo ó Un–
gido del Señor, de Libertador, de Caudillo , de
R
y,
de Enviado , de Conduétor, de Mesías , de Salvador.
Por medio de estas pinturas alegóricas quiso el Espíritu
Santo familiarizar, por decirlo así ,
el
espíritu huma–
no con una verdad, contra la qual se revolvía natural-
B
2
men·
(f)
Baruc.
3.