SEñOR NUESTRO.
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de Efrata, de donde era
la
familia de David, de otro
Belen que estaba en otra Tribu diferente. Estaban
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Judíos tan persuadidos
a
que el Mesías habíq de nacer en
Belen, que quando
el .
Rey Herodes, sobresaltado
a
fa
llegada de los Magos, preguntó
a
los Sacerdotes
y
Doc–
tores de laNacion en donde debia nacer el Mesías, no
s·e detuvieron en citar esta profecia,
y
responder
que
debía nacer en Belen de Judá.
La profecía de Isaías no dexa circunstancia de
la
Vida,
Pasion y Muerte de Jesu-Christo,de que no
habl~;
y
el
re~
trato que
hace.deél es tan parecido, que San Gerónimo
tuvo razon de decir, que Isaías parece mas bien un Evan–
gelista que refiere lo que ha sucedido, que un Profeta que
anuncia simplemente
lo
que ha de suceder en adel.an'te.
Anuncia este Profeta el modo milagroso como el Mesías
hab1a de ser concebido:Ecce
virgo concípiet,& páriet
fí–
iium,
dice,
&
vocábitur nomen eius-Emmánuel: (e)
i11irad
el prodigio que ha de suce,der:
U
na Virgen concebirá
y
parirá un hijo que se llamará E mmanuel (en nuestro idio–
ma
Manuel),
que significa Dios con nosotros.
La ·pintu-ra que nos hace de laPasion deJesu-Chr is–
to en el capitulo
53.
parece ser casi de los Evangelistas.
Vídimus eum,
die.e,
&
non erat aspé{fus
:
Virnoslo,
y
estaba tan
desfigurado~
que no se conocía. Los Profe–
tas veían lo por venir de una manera tan clara
y
tan
positiva, que hablan de ello ordinariamente como de
un
hecho yá pasado.
A plánta pédis usque ad vérticem
non est in eo sánitas
:
Todo su cuerpo desde la planta
del pie hasta la coroo.illa de la cabeza, no es sino una
llaga; ha sido tan maltratado, añade el profeta, que
nos ha parecido
el
ultimo de los hombres, y un Varan de
B
do-
(e)
Isai. c.
7.