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eón). Pe ro si lo único verdade ram en te real
y.
. de estudio provechoso es la nat uraleza, debe
prescindirse de la metafísica, qu e de cualquier
modo
sale de la r ea lidad
observa da ,
y
que
por tanto nos extravía (Hobbes). Ma s en es–
t e caso, en
luga r
el e prescindirse de lo so–
brenatural
y
de la metafísica á causa de que
nu es tro pe nsamiento sólo se desarroll a en el
mundo sensible; la ciencia debe rechazar direc–
ta rnentP. no sólo lo sobrenatural, si no en gene–
ra l todo lo que se halla por enci ma de los sen–
tid os ; afirmando úni camente la ex iste ncia de la
facultad intelec tual qu e nos perm ite reflexionar
sobre la ex pe ri encia (Locke). Pero si la expe–
riencia
t>S
la rea lidad y la sola s ubsta ncia· es la
materia, la única facultad necesaria es la que
nos permite conocerá ésta, ó sea la sensación .
(Condillac).
En tal est;
:i.do,al deducir luego un filósofo
u na de las consecuencias extremas que ence–
rr<i ba es ta escuela, une el problema metafísico
de subs tancia a l problema psicológico
y
lógico
ele la nat ural eza del conocimiento y de s u crite–
rio; raciocinando de este modo: Ciertamente,
e l objeto de nu estras observaciones se halla en
e l mundo sensible; pero su conocimiento de–
pende ólo de nuestras impresiones que forman
las ideas; lu ego._ todo se resuelve en el espíritu,
que viene á ser la ve rdadera substancia (Ber–
keley) .
Así pues, la escuela sensualista, en el térmi–
no ele su ló(rica evolución, se confunde con la
~
ideal ista. Faltaba el análisis escéptico de David
Hume que diera
á
ambas un golpe rudo, pre-