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origina todos nuestros conocimientos. Presenta,

entonces, su famosa estatua, que, según inge–

niosame nte se ba indicado,

á

lo sumo podría

producir un idi(1ta sensible, incapaz de memo–

ria. de juicio y. de pensamiento.

Las doctrinas ele Condillac, hoy tan despres–

ti'giadas, cundieron, en su época, en Francia, con

el mayor entusiasmb; dando la terrible llamada

de voraz incendio con los filósofos de la Revo–

li1ción.

Generalmente se considera al célebre obispo

de Cloyne, Jorge Berkeley, como

\lílO

de los ·

representantes de la escuela idealista; pero su

fili ació n lógica se encuentra en las teorías sen–

Sllalistas de sus compatriotas. Admite, como

ellos, que nllestros conocirnientos solo se limi–

tan

á

las cosas sensibles. Pero, ¿dimo se

efec~

túa este conocimiento? ¿Cómo se hace el trán·

sito del objeto al sujeto? Sólo mediante las im–

presiones

ó

representaciones

subje~ivas,

las qt:e

á

su vez se resuelven en ideas; luego, entonces,

lo único verdaflerarnente existente es los espí–

ritus

y

las ideas. Soluciona, pues, el problema

por medio de una

síntesis mental,

que es la ver–

dadera rea·lidad

á

través ·de las aparentes cua–

lidades que percibí mos . Mas, ¿de dónde vie–

rien los espíritus

y

las ideas? En ellas mismas

n·q

se encuentra la razón ele su existencia;

lue–

go deben tener su origen en Dios; quiero re–

presenta, en último anáJisis, la causa y término

de nuestros conocimientos.

La

escuela sensualista había comenzado por

proclamar

b

experieAcia como objeto de la

fi–

losof1a,

y

dentro de eHa fas causas finales

(Ba-