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bía
h~cho
en
teodic~a .
el mismo fatal dualismo
psicológico que la Escolástica había sostenido
por medio d e la teología
y
de la r e velación.
Reconozco que Descartes prestó
1.111
inr'ne11-
so seryicio
á.lapsicología, dirigiendo su obser–
vación á la conciencia, como lo había enseñado
Sócrates. Pero, aparte ele que la mera obser–
vación subjetiva es incompleta, ¡cuantos erro·
res contiene la psicología espiritualista car–
tesian a ! ¡Ningún sistema es más falso ni en–
ci e rra más funestas consecuencias! Aquel di–
vorcio insalvable que separa el alma del cuer–
po, aquella abstracción que de un procedimi e n–
to lógico deduce una distinción real; aquellas
facultades tan absolutas como fantásticas; han
llevado, clesgraciamente,
á
la psicolog-ía gérme–
nes tan nocivos
y
coBfusión tan profunda,
e¡
ue,
merced á la escuela cartesiana. ninguna ciencia
se halla :-nás animada por prejuicios, dogmatis–
mos
y
errores; ni se encuentra hoy e11 el atraso
que lf.l psicología; la ciencia por excelencia que
merece el prime r lugar, puesto que enseña al
hombre á conocerse
á
sí mismo.
Ocupándose en fin de la cosmogonía, Des–
cartes soluciona el universo en un mecanismo
absoluto, considerando la extensión como la
cualidad esencial de los cuerpos; en lo que in–
curría
~n
un grave error, pues la extensión
no es c.ualidad de los cuerpos 'sino del e:;pacio.
La materia, de divisibjlidacl
y
extensión infinita
que impide el vacío, se halla compuesto de áto–
mos de movimiento curvilíneo que, movidos
por leyes mecánicas, forman torbellinos, c¡ue á
su vez crean los cuerpos. En cosmogonía, Des-