Previous Page  103 / 174 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 103 / 174 Next Page
Page Background

97

fé, revelaciones teológicas, dogmatismos, pres-

. tigio de autoridad, todo desaparecía ante aquel

tribunal cuyo único juez era la ra;:ón. Bacón,'

pa ra luchar con la filosofía escolástica, necesitó

retarla directamente,

y

e n combate sin tregua

humillarla

y

vencerla. Descartes, sin analizarl:i

ni atacarla, la destruyó 5úbi tamente con una

idea sencilla, pero irresistibl e. La crítica de Ba–

cón eran los tremendos ·go!pes que daban por

tierra con el adversario; la de Descartes era el

<1gudo filo de la espada. que se introducía e n el

corazóf.l

~e

la filosofía qu e dominaba e ntonces.

A cuatro redujo, Descartes, las reglas de su

método: Consistía la primera en no recibir ja–

más corno cierta ningu na cosa sin conocer evi–

denteme nte que lo era: ó lo r111e es lo mismo:

evitar cuidadosamente la p rec ipitaci ón

y

la pre–

,·e nción,

y

comprender sólo en los juicios lo

qu.e se presenta al espíritu tan clara

y

distinta–

mente que no tenga· éste motivo alguno para

poRerlo en duda. (

1)

Por esta máxima sabia,

fuera del valor práctico que ella encerraba–

pues si se cumpliera fielmente jamás incurri–

ríamos e n e rror-, ha podido pues Descartes

se r llamado, co n justicia, según la expresión de

Co usi n, e l libertador de la razón humana.

(2)

La seo-unda reala consiste en dividir cada

¡,.,

b

una ele las dificultades en tantas partes como

fuera posible

y

·necesario

par~

resolverlas me-

J

.or. La tercera, en cliriair ordenadamente los

.

b

( r)

D

ca rte . Discurso del Método, t raduc. esp. de Re ·

\' illa.

(2)

V. Cou in: Bistoire gé 11érale de la

ph i lo~ophi e.

13